Tercer Domingo del Tiempo Ordinario
En la lectura de Jonás, Dios le dijo que predicara el arrepentimiento al pueblo de Nínive. Cuando toda la ciudad se arrepintió el primer día, lo demostraron vistiéndose de arpillera y ayunando de los alimentos. A veces podríamos pensar de esa manera: que arrepentirnos significa castigarnos a nosotros mismos o sentir pena. Jesús ve las cosas de otra forma.
Jesús predicó el arrepentimiento que era un cambio de corazón, una forma nueva de ver las cosas, una forma nueva de actuar. En el evangelio de hoy, vemos un ejemplo. Las primeras personas a las que llama a ser discípulos fueron pescadores. Consideraban a su familia, a sus parejas y a su barca como las cosas más importantes de sus vidas. Necesitaban a todos ellos para ser un pescador exitoso. Un hombre sentado en un muelle con una caña de pescar apenas podía alimentarse a sí mismo, y mucho menos mantener a una familia.
Sin embargo, los discípulos ni siquiera dudan cuando Jesús los llama. Dejan sus barcas, sus redes, incluso a su padre, para seguir a Jesús. No se preocupan por lo que harán ni miran hacia atrás a lo que están dejando. Ahora son pescadores de hombres. Su “arrepentimiento” fue más que simplemente renunciar a los pecados. Estaban comenzando una vida nueva y una nueva forma de ver al mundo.
San Pablo se refiere a esto como un mundo nuevo. Al seguir a Jesús, dejamos atrás los valores del mundo actual y esperamos uno nuevo. Sus ejemplos podrían aplicarse hoy tanto como en su época. Los matrimonios, la alegría, la tristeza y la compra de propiedades todavía se consideran importantes para la gente del mundo. Pablo no espera que todos dejen de hacer esas cosas. Cuando habla de no utilizar el mundo plenamente, se refiere a no estar plenamente involucrado en el mundo, sino buscar uno mejor, donde Dios sea más importante que cualquier placer o dolor pasajero. ¿Tu matrimonio es un ejemplo del amor de Dios para tus amigos y familiares? Cuando te alegras, ¿das gracias a Dios? Cuando lloras, ¿le pides ayuda? Cuando vas de compras, ¿compras lo que realmente necesitas o lo que crees que te hará feliz? Jesús nos llama a todos a esta nueva forma de vivir. Con Jesús podemos hacer un mundo nuevo.
Tom Schmidt