Viernes Santo
Nuestros corazones se hunden de tristeza al recordar la Muerte de nuestro Señor en este día. La Iglesia nos invita a ayunar y orar mientras buscamos unir nuestros corazones al suyo. Leemos en el Evangelio de hoy cómo nuestro Señor se humilló y fue tratado como un criminal, camino al Calvario.
El evangelio de hoy comienza con nuestro Señor en el valle de Kedron, donde solía reunirse con los discípulos. Fue a un jardín, el mismo lugar donde Adán y Eva cayeron en pecado miles de años antes. Pero esta vez, Jesús no caería en pecado sino que sería el sacrificio y daría Su vida por nosotros, para que el diablo no saliera victorioso
Jesús se encontró con la cohorte y los guardias enviados por los sumos sacerdotes y los fariseos con el deseo de agarrar a Cristo como un criminal, con antorchas y armas. Los fariseos estaban decididos a que Jesús fuera "atrapado" y, sin embargo, todavía no lo conocían; no conocían Sus enseñanzas, porque Sus caminos no son un camino de violencia y odio sino de sacrificio y amor.
Jesús proclama a la multitud: "¿A quién buscan?" y ellos responden: "A Jesús el Nazareno". Él respondió: "Yo soy". Jesús es el rey de reyes, el Señor de señores y el gran Salvador del universo, pero para los fariseos, era simplemente Jesús el Nazareno. Si Jesús hubiera destruido libremente a sus enemigos esa noche, no habría resuelto el problema que vino a solucionar a este mundo: el pecado. En cambio, Jesús es el Rey del Amor y conquistará los corazones a través del amor y no de la fuerza o la violencia.
Jesús continúa liderando la conversación y toma la autoridad de este momento diciendo: "¿A quién buscas?" Ellos responden nuevamente: “A Jesús, el Nazareno.” Jesús respondió: "Les he dicho que yo soy". Por tercera vez afirma su identidad y se entrega libremente, pidiendo que dejen ir a sus discípulos. Con eso continúa la pasión de nuestro Señor. Jesús nos está mostrando el camino al cielo a través de la humildad y siguiendo la voluntad de Dios.
Jesús murió por cada uno de nosotros. Murió para abrirnos las puertas del cielo el Domingo de Pascua, pero tenemos que elegir ser amigos de Cristo. Tenemos que abrir el corazón al Señor para que pueda cambiarlo y eliminar todo lo que reside por dentro que nos impide amar a los demás. Jesús desea perdonarnos, pero debemos acudir a Él para obtener ese perdón.
Señor Jesús, gracias por el máximo sacrificio que hiciste en la cruz para vencer el pecado y la muerte y ganar para nosotros la salvación eterna.
Por Emily Jaminet