En Adviento celebramos la esperanza que tenemos de que el Señor entre más plenamente en nuestras vidas. La primera lectura de Isaías expresa la esperanza que los pecadores tienen para un redentor. Como pecadores, nosotros también esperamos el perdón. A diferencia de Isaías, nosotros sí sabemos que Dios vino a volvernos a Él cuando el Padre envió a su Hijo Jesús para salvarnos. Y el poder de Dios se manifestó en la resurrección de Cristo de entre los muertos. Nuestra fe en Jesús nos lleva a una nueva forma de mirar al mundo. Podemos ver lo que Dios está haciendo y también recordar lo que Dios ha hecho.
El Evangelio nos recuerda a buscar constantemente señales de las obras de Dios. Jesús dice simplemente: "¡Velen!" Al igual que los porteros de la breve parábola de Jesús, debemos mantener los ojos abiertos para verlo. Así como esperamos que las personas que manejan los carros apaguen sus celulares y presten atención a la calle, podemos dejar de buscar lo que nos haga sentir cómodos y buscar formas de amar a los demás como Dios nos ama a nosotros.
Cuando sólo nos preocupamos por nosotros mismos, es posible que no veamos las señales de la presencia de Dios a nuestro alrededor. En lugar de ver las dificultades de la vida como obstáculos, podemos buscarlas como oportunidades para ampliar nuestra fe, confiar en Dios o mostrar el amor de Dios a un amigo.
Los corintios también esperaban la venida del Señor. Pablo los alienta a ellos (y a nosotros) recordándoles que “no carecen de ningún don” (1 Corintios 1,7). El Espíritu Santo nos da todo lo que necesitamos para ayudarnos unos a otros a prepararnos para la venida del Señor. Pensaban que Jesús venía en su gloria. Aunque no vemos la gloria completa del Señor, parte de esa gloria es su presencia en los sacramentos. En ellos celebramos no sólo la venida del Señor, sino sus obras en el mundo. Comparte su vida con nosotros en el bautismo, nos da su Espíritu en la confirmación y a sí mismo en la Eucaristía, nos sana en la reconciliación y la unción de los enfermos y nos llama a hacerlo presente a los demás en las sagradas órdenes y en el matrimonio. Se podría decir que su segunda venida está ocurriendo ahora. Esté atento a ello.
Tom Schmidt