Pablo no estaba presumiendo cuando hablaba del trabajo duro y árduo que soportó mientras proclamaba el evangelio. Deja claro que trabajaba para no ser una carga para nadie. Trabajaba para mantenerse a sí mismo, en lugar de pedirles a los nuevos cristianos que lo mantuvieran. Según el evangelio es todo lo contrario de lo que estaban haciendo los escribas y fariseos. Jesús los acusó de imponer cargas pesadas a la gente, sin ayudarles a soportar esas cargas. ¿Qué tipo de cargas impusieron los fariseos?
Los fariseos y los escribas estaban muy familiarizados con las leyes de su religión judía. Casi todos los detalles de la vida cotidiana estaban incluidos en alguna ley. Y podrían ser muy persuasivos en cuanto a respetar estrictamente esas leyes. Originalmente esas leyes y reglamentos tenían como objetivo diferenciar a los hebreos de otros pueblos, a ser un signo de santidad. Por ejemplo, los Diez Mandamientos se basan en amar a Dios por encima de todo lo demás (los primeros tres mandamientos) y amar al prójimo (los últimos siete). Pero con el paso de los años, los rabinos agregaron más y más detalles a las leyes, hasta que fue casi imposible acordarse de todo.
Pero ¿qué pasaría si alguien necesitara ayuda el sábado? Si violabas una regla del sábado, incluso por una buena razón, no podías acudir a los fariseos para obtener una exención. Dirían: "No es mi problema". Acuérdense de las veces que Jesús curó a los enfermos en sábado y cómo lo condenaron por trabajar en el día de descanso.
Jesús, sin embargo, vino a recordarnos que la santidad es más importante que la escrupulosidad. Si realmente vivimos el ideal de amar a Dios con todo el ser y amar al prójimo, encontraremos que el amor es mucho más fácil de soportar que el miedo a hacer algo mal. Jesús también nos dio su Espíritu Santo para ayudarnos a guiarnos por el camino de la santidad. Y a través de su muerte en la cruz, Jesús nos dio perdón si cometemos un pecado. Lo único que tenemos que hacer es confesar el pecado para experimentar ese perdón. Así que, guardar la ley del amor no es ningún problema.
Tom Schmidt