Al final del Evangelio de hoy, cuando las vírgenes insensatas regresan de la tienda con el aceite, se les excluye de la boda. El novio responde a sus súplicas, no con una pregunta: "¿Por qué no estaban listas?" pero con la afirmación: “No las conozco” (Mt 25,12). Eso suena un poco raro, si el novio representa al Señor, porque Dios sabe todo y conoce a todos. En el evangelio de Mateo, esta frase parece implicar que “como no se han esforzado en conocerme, yo no los conozco”. En otras palabras, el aceite de la parábola representa conocer al Señor, o por lo menos hacer un esfuerzo por conocerlo.
¿Qué estoy haciendo para conocer a Jesús? Una forma de conocer a alguien es actuar como esa persona. Los actores que interpretan a una persona verdadera intentan ver vídeos de esa persona para ver cómo habla, camina, se relaciona con la gente, qué postura tiene, cómo se viste, etc. Podemos actuar como Jesús siguiendo su ejemplo de cuidar a los pobres y a los enfermos, perdonar a las personas que han hecho mal, enseñar a la gente sobre el amor de Dios, alimentar a los hambrientos y otorgarle reconocimiento a Dios por lo que hacemos.
Otra forma de conocer a alguien es hablar con él. Mientras rezamos más, nos acercamos más a Jesús. Podemos alabar a Dios por la Creación, podemos agradecerle a Dios por todo lo que nos da (¡y perdona!). Podemos pedir ayuda para aquellos a quienes amamos y por la fortaleza de Dios en nuestra debilidad (2 Cor 12,9). Pero no llegamos a conocer a alguien si nosotros estamos hablando todo el tiempo. Nuestra oración puede incluir tiempo para estar en silencio y escuchar al Señor. También escuchamos a Dios leyendo sus palabras en la Biblia. Dios puede hablar a algunas personas mediante el arte, el canto o la poesía y también mediante el consejo y la sabiduría de nuestros amigos y familiares. Ojala, todos podamos encontrar formas de conocer al Señor, para que Dios pueda “reconocernos” como amigos.
Tom Schmidt