Vigésimo sexto domingo del Tiempo Ordinario
La primera lectura podría ser de lo que hablaba Jesús cuando estaba regañando a los discípulos. Querían parar a un exorcista que no conocían. En ambos casos, ya que fuera profetizando o expulsando demonios, alguien quería que dejaran de hacerlo. ¿Por qué? Porque las personas que hacían esas cosas no eran miembros del grupo. En el evangelio, los discípulos se opusieron simplemente porque no conocían a los que expulsaban demonios. En los días de Moisés, los dos “renegados” estaban en la lista, pero no estuvieron presentes con el resto del grupo reunido con Moisés. Tanto Josué como los discípulos de Jesús pensaban que debían controlar quiénes podían hacer las obras de Dios y quiénes no.
Me recuerda del párroco que rocía a la gente con agua bendita durante la temporada de Pascua. Si no me caía ni una gota de agua, me ponía triste porque me sentía excluido. Pero el Padre tenía la intención de bendecir a todos, simplemente no podía controlar a dónde caía el agua bendita. Yo quería controlar al párroco, para que tirara el agua con más cuidado.
La tentación de controlar las cosas es bastante común, pero no podemos estar verdaderamente en paz hasta que permitamos que Dios tome el control. Dios ama a todas las personas, incluso a aquellas que no lo conocen. Así que si vemos a alguien que tiene un don espiritual, podría ser la manera en que Dios ayuda a esa persona a conocer Su amor. Puede que no sea profetizando o expulsando demonios. Hay muchas personas que no son cristianos que son muy generosos o pacientes o sabios, y podrían llegar a la fe si se dieran cuenta de que Dios está actuando a través de ellos. No hay que agobiarlos con el fervor evangelizador. El simple hecho de observar que vemos el amor de Dios en ellos puede hacerles reflexionar sobre su fe.
El Credo de los Apóstoles nos recuerda que la Iglesia es católica o universal. Todos son bienvenidos, porque Jesús murió por todos. Como dijo Moisés en la primera lectura, ¿no sería maravilloso si Dios enviara los dones del Espíritu a todos?
Tom Schmidt