Decimotercer Domingo del Tiempo Ordinario
¿Parece abrumador el deber cristiano de ayudar a los pobres? Escuchamos que cada vez hay más personas sin trabajo, cada vez más personas sin hogar y cada vez vemos más fotografías de niños hambrientos. Incluso en la época de San Pablo había pobreza más que suficiente para todos. Estaba tratando de generar interés (en la segunda lectura) en un proyecto para ayudar a los cristianos en Jerusalén. Vemos aquí dos de sus razones.
Primero, les asegura que son buenos cristianos y espera que sean igual de buenos donando a su colección. (Me recuerda de las cartas del obispo, en las que les dice a los feligreses lo buenos y generosos que hayan sido anteriormente). Pero Pablo no sólo está halagando a los corintios; los está desafiando a seguir mostrando su amor por Dios en su apoyo a sus hermanos cristianos. La segunda razón era dar un buen ejemplo: al ayudar a la iglesia en Jerusalén, demostrarían que los cristianos estaban unidos en la fe y el amor mutuo. Tampoco crea una competencia de quién podría ser el más generoso. Espera que estén más interesados en amarse el uno al otro que en superarse el uno al otro.
El ejemplo principal que utiliza es Jesús, quien se hizo pobre (es decir, humano) para que nosotros pudiéramos ser ricos en gracia y perdón. Pablo los desafía a ellos, y a nosotros, a seguir ese ejemplo de dar de nuestras riquezas para que otros puedan sobrevivir. Tengan en cuenta que no espera que vivan en la pobreza, sólo que compartan lo que tienen por amor a Cristo. Quizás ellos mismos necesiten ayuda en algún momento y puedan contar con la Iglesia para hacer lo mismo por ellos.
Hoy podemos preguntarnos: “¿Le doy a los pobres porque me siento culpable por todo lo que tengo? ¿O quiero mostrar mi amor por Jesús cuando lo veo en los pobres? ¿Doy porque quiero que la parroquia parezca más generosa que la parroquia vecina, o para mostrar que todos estamos unidos y preocupados unos por otros? Al analizar por qué donamos a organizaciones benéficas, podemos descubrir que seamos incluso más generosos de lo que esperábamos.
Tom Schmidt