Solemnidad de María, la Santa Madre de Dios
Esta fiesta ha tenido varios nombres a lo largo de la historia. Más recientemente, se llamaba la Fiesta de la Circuncisión y luego la Fiesta del Santo Nombre de Jesús. La Iglesia finalmente se decidió por un título más antiguo: María Santísima, Madre de Dios. También tiene un título secundario de la Octava de Navidad, el título secular del Año Nuevo y un título honorífico de la Jornada Mundial de Oración por la Paz. Curiosamente, el título que más confunde a los no católicos es el oficial.
Cuando llamamos a María la Madre de Dios, no estamos diciendo que ella de alguna manera precedió a Dios o que sea igual a Dios. Simplemente estamos reconociendo que Jesús, su hijo humano, también es el Hijo divino de Dios. Honramos a María porque Dios la honró eligiéndola para ser la madre de Jesús. En su humilde respuesta “hágase en mí”, aceptó ser parte del plan de Dios para nuestra salvación. Por eso, el Evangelio de hoy registra una simple acción de María: guardar estas cosas en su corazón.
Incluso en esta sencilla frase se nos da un buen ejemplo de cómo ser discípulo. Como María, tenemos que guardar o recordar lo que Dios ha hecho y reflexionar sobre lo que recordamos. Primero, ¿cuánto recordamos lo que Dios ha hecho por nosotros? ¿Qué tan bien conocemos las historias de salvación que se encuentran en las Escrituras? ¿Qué tan bien conocemos las acciones de Dios en la historia de la Iglesia? ¿Y cuánto recordamos de las gracias personales que Dios nos ha dado? ¿Recordamos las oraciones que Dios ha respondido, como nos ha guiado, el amor de Dios que otros nos han mostrado, y las veces que Dios nos ha perdonado?
Segundo, ¿cuánto reflexionamos sobre lo que Dios ha hecho? Incluso si tenemos muchos recuerdos de la bondad de Dios hacia nosotros, también debemos orarlos y preguntarnos cómo hemos cambiado debido a lo que Dios ha hecho. ¿Soy más generoso con los demás? ¿Perdono las heridas más fácilmente? ¿Comparto mi fe con mi familia o amigos? ¿Apoyo a mi parroquia con mi tiempo u ofrendas? Pidamos la ayuda de Dios para imitar a María recordando y reflexionando.
Tom Schmidt